
En un atículo anterior se hacía referencia a la mala calidad del agua del Ebro a la altura de Zaragoza capital (ver: Malos tiempos para el Ebro) por el aspecto y las formaciones de espuma que arrastran sus aguas. Calidad deteriorada por la contaminación difusa -o no tanto- de escorrentías agrícolas, ganaderas y vertidos de deficientes depuradoras.

Pero no sólo el agua lleva disueltas sustancias contaminantes de origen humano, agroganadero o industrial que son imposibles de degradar. También las aguas arrastran materiales sólidos -poco nobles- y las riberas son la escombrera de los vecinos.
VERTIDOS DE BASURA Y ESCOMBROS

A la vista de los restos encontrados últimamente y los comentarios de los agentes ambientales ante los que se denuncian los vertidos de basuras y escombros, son los propietarios de las casetas y chalés -ilegales, generalmente- de la ribera quienes se deshacen de los enseres que la inundación de diciembre les arruinó. Además de los que aprovechan para deshacerse de los escombros generados por la remodelación del chalé o del propio domicilio.

También son habituales los vertidos realizados por pequeños talleres y comercios que se deshacen en la ribera de los materiales obsoletos o deteriorados de sus almacenes.
PLÁSTICOS Y TEXTILES

Uno de los problemas que preocupan de forma creciente es el de los plásticos y textiles no degradables, como las toallitas, mascarillas, bolsas y guantes desechables.

Su nula degradabilidad los hace persistentes en el medio durante largos periodos. Su disgregación en partículas y fibras de pequeño tamaño origina el grave problema de los microplásticos.
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