
Rama con hayucos. Barranco de Las Eras, Ansó (Huesca). Julio, 2006
El haya (Fagus sylvatica) es un árbol propio de las montañas húmedas. Cuando crece aislado adquiere un porte majestuoso con copa amplia. No obstante, suele formar bosques muy densos, selvas, donde destaca el porte columnar de los troncos.
Se trata de un árbol de hoja caduca, de tronco derecho, corteza lisa, grisácea y copa densa que proyecta abundante sombra. Las hojas son ovaladas o elípticas, con los nervios laterales bien marcados. Las hojas jóvenes son de color verde claro y poseen unos pelillos sedosos en el borde. Posteriormente se oscurecen en la madurez.
Las flores masculinas se agrupan en amentos y las femeninas se distribuyen por parejas, siendo la polinización por el viento, anemógama. Los frutos maduran a principios del otoño.
El haya es una especie de distribución eurosiberiana y es endémica europea. En la Península Ibérica se distribuye abundantemente por la Cordillera Cantábrica y Pirenaica y penetra por el Sistema Ibérico y el Sistema Central.
Necesita precipitaciones abundantes, tanto de lluvia como de nieblas, pero con suelos bien drenados. Dada su dependencia de las precipitaciones, los hayedos suelen ubicarse en laderas al norte y al oeste para interceptar los vientos húmedos y las nieblas.
El haya es muy resistente al frío en invierno, cuando está en estado de reposo. Pero muestra una gran sensibilidad a las heladas tardías, que afectan a los brotes florales y a las hojas. La estrategia que posee el haya para que sus yemas no se congelen en invierno es aumentar considerablemente la concentración de azúcares y quedar deshidratadas.
Cuando las hayas forman bosques densos, el sotobosque es muy pobre. Esto se debe a la intensa sombra que proyectan y a la composición química de la hojarsca, que impiden el desarrollo de otras plantas.
Es un árbol de gran importancia ecológica por la protección del suelo que ofrece y porque sus frutos, los hayucos son muy nutritivos y muy buscados por los animales, como lirones, ardillas, ratones y arrendajos. La costumbre de algunos animales de recolectarlos y almacenarlos favorece la dispersión del haya.

Hayedo-abetal. Barranco de Las Eras. Ansó (Huesca). Julio, 2006
Usos y utilidades
El haya ha sido intensamente aprovechada. Su madera, blanca o de color marrón claro y con unas típicas lentejuelas oscuras, se emplea en ebanistería para chapas y elementos torneados y se aprovecha como leña por su alto poder calorífico. Antaño también se fabricaba carbón vegetal, uno de cuyos usos era, en medicina, como absorbente en procesos intestinales.
De la madera, por combustión lenta, se obtenía una brea rica en guayacol, que se usaba como remedio contra la tuberculosis. De los hayucos se extraía un aceite comestible que también se empleaba para alumbrado. La pasta restante puede ser tóxica para algunos animales.