Las tonterías de Trichet
El informe trimestral de la Comisión Europea sobre la realidad económica de la zona euro publicado en diciembre, culpaba al Banco de España por no haber actuado en su momento contra la burbuja inmobiliaria en nuestro país. Un informe especial elaborado por el Congreso de los Estados Unidos y publicado en enero hacía responsables de la crisis a los dos últimos presidentes de la Reserva Federal.
Cuando todo el mundo pensaba que las deficiencias neuronales sólo afectaban a Alan Greenspan, Ben Bernanke y Miguel Ángel Fernández Ordóñez (estos dos últimos, todavía en el cargo), ayer se conoció que el presidente del Banco Central Europeo, Jean–Claude Trichet, se había unido al pelotón de los ineptos tras afirmar en una radio francesa que “subir los salarios es la última tontería que hay que hacer”.
La primera reflexión que se puede realizar al hilo de estas afirmaciones es que Trichet acaba de demostrar que la Unión Europea jamás será posible, puesto que es incapaz de distinguir entre las diferentes realidades económicas, sociales, financieras, fiscales o salariales de sus 27 Estados miembro.
Pero además, lo declarado por el presidente del Banco Central Europeo no es sino un eco del tradicional discurso de la clase empresarial, y su obsesión por reclamar moderación en los salarios (incluso en épocas de expansión económica) para no elevar la inflación.
En este sentido, Trichet declaró públicamente que “la inflación es un impuesto para los más pobres y para los más desfavorecidos”, pasando por alto que la política económica que él defiende conduce al empobrecimiento generalizado de la sociedad, polarizándola progresivamente entre los muy ricos (unos pocos) y los muy pobres (la mayoría).
Posiblemente, dentro de unos años (quizá meses) un informe oficial diga que Jean–Claude Trichet fue tan negligente en el ejercicio de su cargo como lo habían sido Greenspan, Bernanke o Fernández Ordóñez en los suyos. Mientras tanto, sería deseable apartar de los resortes del poder económico a quienes acreditan a diario una alarmante simpleza intelectual.
Crónica de Aragón, martes 22 de febrero de 2011