El comienzo del Bosque de los zaragozanos -cuyo fin es reducir la huella de carbono de Zaragoza capital- no puede ser más triste y desolador y más contrario al ahorro de energías fósiles. Y la técnica empleada no puede ser más primitiva, brutal y despiadada, con uso intensivo de maquinaria pesada y combustibles fosiles. Y todo para poner los primeros… ¡almendros! La que nos espera hasta los 700 000 árboles y cuando esta gente se meta en los montes de La Plana o de Peñaflor.






Texto y fotos: J. A. Domínguez
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